Respuesta resumida:
Las ratas del tipo Sprague-Dawley (SD) constituyen un excelente modelo equivalente a los seres humanos para predecir la aparición de cáncer en estudios a largo plazo (de dos años). Desarrollan aproximadamente el mismo número de tumores que los humanos a lo largo de su vida y, al igual que en los humanos, estos aumentan con la edad. Sin embargo, es conveniente recordar que el estudio de Séralini no era un estudio de carcinogenicidad, debido al número relativamente bajo de ratas por grupo.
Respuesta detallada:
Los críticos de Séralini afirman que, dado que el 30% de las ratas de control hembra de su experimento desarrollaron tumores “espontáneos”, los tumores en los grupos de tratamiento son irrelevantes. Según ellos, las ratas Sprague-Dawley son propensas a los tumores.
Sin embargo, las ratas de control hembra de Séralini no eran más propensas al cáncer que los seres humanos que viven en países industrializados; si acaso, algo menos. El riesgo de desarrollar cáncer a lo largo de la vida en el Reino Unido (a excepción del cáncer de piel no melanoma) es del 37% para las mujeres y el 40% para los hombres.1 También cabe señalar que solo uno de los diez animales de control macho desarrolló un tumor, y esto ocurrió en una etapa tardía de su vida.
No tiene sentido seleccionar un tipo de rata especialmente resistente al cáncer cuando las tasas de cáncer en los seres humanos son relativamente altas.
Los datos revisados por pares recopilados por el Centro de Investigación del Cáncer Cesare Maltoni de la Fundación Ramazzini en Italia confirman que la rata SD es un excelente modelo equivalente al ser humano para los estudios de carcinogenicidad. En otras palabras, la rata SD constituye un indicativo fiable de los efectos en humanos.2
A la hora de evaluar los hallazgos de Séralini, es importante tener en cuenta las diferencias en el tipo y el comportamiento de los tumores en los grupos de prueba y de control. En los grupos de prueba, los tumores se presentaron antes y crecieron con mayor rapidez. Con frecuencia los animales desarrollaron más de un tumor (hasta tres), lo cual no sucedió en los controles. Estas diferencias biológicas no pueden ignorarse.
Sin embargo, el estudio de Séralini no era un estudio de carcinogenicidad y él nunca afirmó que lo fuera. La conclusión científicamente sólida que se puede extraer de su estudio es que es necesario realizar estudios de toxicidad crónica y carcinogenicidad a largo plazo sobre todos los OMG antes de su comercialización.
Su estudio también muestra que este tipo de pruebas debe llevarse a cabo también para las formulaciones comerciales completas de los plaguicidas, en la forma en que se comercializan y utilizan, en lugar de solo para su supuesto ingrediente activo.
Referencias:
1. Sasieni PD, Shelton J, Ormiston-Smith N, Thomson CS, Silcocks PB. What is the lifetime risk of developing cancer?: The effect of adjusting for multiple primaries. British journal of cancer. 26 de julio de 2011; 105(3): 460-465.
2. Soffritti M, Belpoggi F, Degli Esposti D. Cancer prevention: The lesson from the lab. In: Biasco G, Tanneberger S, eds. Cancer Medicine at the Dawn of the 21st Century: The view from Bologna. Bologna: Bononia University Press; 2006:49–64.
Fuentes de crítica:
Alan McHughen, ingeniero genético